Entrevista: Ariel Gelblung,director del Centro Simon Wiesenthal para América Latina

Entre el domingo 9 y miércoles 12 de marzo, estuvo de visita en Chile el director del Centro Wiesenthal para América Latina, Ariel Gelblung, quien sostuvo diversos encuentros comunitarios y entrevistas en medios de comunicación.

Aprovechamos su visita para entrevistarlo y conocer el objetivo de su visita y su trayectoria como director.

Estimado Ariel, ¿Cuándo y por qué se crea el Centro Simon Wiesenthal en Latinoamérica?

“Claro que sí. En febrero de 1992 se anuncia por parte del Gobierno Argentino la voluntad de abrir los llamados “archivos nazis”. Un mes más tarde, tiene lugar el atentado a la Embajada de Israel y meses después, se encuentra en Bariloche a Erich Priebke, el oficial de las SS responsable por la masacre de las Fosas Ardeatinas. Todo ello puso en claro que el Centro Wiesenthal necesitaba una oficina en Latinoamérica. Para cuando sucedió el atentado a AMIA, el Centro ya se encontraba en pleno trabajo”.

¿Qué temas trató en su charla del día 11 de marzo?

“El martes pasado realicé dos charlas. Por la mañana, una que llamamos “CÓMO DISCUTIR CON UN ANTISEMITA”, pensada como un intercambio entre los participantes, dándoles la posibilidad de plantear situaciones concretas y reales, y nosotros brindar instrumentos que permitan estar mejor preparados. Convengamos que con alguien que está convencido y no pretende oír, no se discute. Es como pedirle una opinión a una pared. Por la noche, voy a presentar mi libro “ANTISEMITISMO: Definir para combatir”. El libro fue pensado como un manual para que un no judío, o bien, alguien que no tenga suficientes elementos, pueda entender un poco más este odio y pueda ponerse del lado correcto, del lado de enfrentarlo. Chile siempre fue una preocupación para mí desde que asumí en 2015. Aquí se vive la tormenta perfecta. La comunidad palestina más grande fuera del mundo árabe, arrastrada por una dirigencia que se identifica con el discurso de Hamás, una izquierda llena de preconceptos antiisraelíes y que se ha puesto del lado del terrorismo y sectores de una ultraderecha que nunca se resigna a morir. En palabras del periodista Alejo Schapire, refiriéndose a la última segunda vuelta electoral en Francia, “la gente tiene que elegir entre los que odian a los judíos y los que odian a los sionistas”. A ello se suma la inoperante ley antidiscriminatoria y la resistencia a legislar correctamente en ese sentido contra el Discurso de Odio”.

En su opinión, ¿cómo han impactado a las comunidades judías los distintos gobiernos de la región, especialmente en Argentina, Brasil y Colombia?

“La comunidad judía argentina, la más grande de América Latina, ha tenido que elevar el perfil luego de los dos atentados sufridos en Buenos Aires en el 92 y 94. Si bien, en forma objetiva, desde 1983 la lucha contra el antisemitismo se transformó en política de Estado, episodios como el Memorándum de Entendimiento con Irán y el asesinato del Fiscal Nisman han sido especialmente complicados. Si bien para nosotros el antisionismo es claramente antisemitismo, ningún gobierno democrático debe perder de vista que las comunidades judías locales son integradas por ciudadanos nacionales que tienen que ser protegidos. Una democracia fuerte tiene que balancear sabiamente el gobierno de la mayoría y el respeto irrenunciable de las minorías. Lo contrario implica que tal democracia es de baja calidad.

Respecto de Javier Milei, es claro que estamos acostumbrados a vivir en un mundo que nos es hostil y vemos agresiones en diferentes lugares del mundo, por lo que, si alguno no solo nos respeta, sino que se declara abiertamente simpatizante nuestro y quiere darnos un abrazo, una muestra de cariño es gratificante. El secreto es que no por eso la comunidad en pleno le debe pleitesía. La comunidad representa nuestros intereses y no los de un sector político. Y la comunidad es heterogénea en ese sentido.

Distinto es el caso en Brasil, donde la comunidad queda en una posición complicada porque Lula, en su tercer período presidencial, ya no tiene filtros respecto a su rechazo a Israel, trata, no siempre con éxito, de dejar a salvo a la comunidad judía. Y cuando esta debe trazar un límite, no debe ser funcional al discurso de Bolsonaro. En ese sentido, la sociedad brasileña ha sabido ayudar en ese límite. Cuanto más extremo se tornó Lula, al sostener que Israel es peor que los nazis y frente a la crítica retirar su embajador en Tel Aviv, entre febrero y noviembre del año pasado una docena de Estados adoptaron la Definición de Antisemitismo de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto. Ello fue importante porque en San Pablo ya fue utilizada como argumento para condenar a un antisemita en un juicio, del que honrosamente participé elaborando un dictamen que el Juez utilizó para la condena.

Petro es un descarado antisemita que intenta por todos los medios traicionar la tradición americana de proteger a las comunidades judías de los conflictos en Medio Oriente. Ha guardado el peor de los silencios frente a los hechos del 7 de octubre del 2023 y de los que nos fuimos enterando con posterioridad, como el asesinato de la familia Bibas, y se torna en el posteador serial a favor de los derechos palestinos, al menos una vez por semana, repitiendo todas las falsedades y afirmaciones nunca comprobadas de la narrativa terrorista. Ello nos llevó a honrarlo como uno de los antisemitas del año 2023 en nuestro informe anual, como le había tocado a Daniel Jadue en 2020. La diferencia es que el pueblo colombiano, el hombre y la mujer común, aman a Israel por una larga e histórica relación entre los pueblos. Esto le va a costar muy caro a Petro”.

Fuente: Diario La Palabra Israelita, Viernes 14 de Marzo.